Es dulce observar cómo al Señor le agrada obrar, a veces en forma de juicio como en el capítulo anterior, para castigar el pecado; y a veces en forma de gracia, como en este capítulo, para refrenar el pecado. Por las circunstancias de este capítulo, debería parecer que aunque el SEÑOR había manifestado de una manera tan terrible su elección de Aarón para el sacerdocio, todavía había algunos dispuestos a disputarlo. ¡Pobre de mí! ¿No es el pueblo del Señor ahora, bajo una dispensación del evangelio, demasiado propenso a la misma presunción? ¿Y no olvidan que sus ofrendas y oraciones necesitan todas la interposición de JESÚS como el único Sumo Sacerdote y Mediador, por quien ellos solo pueden acercarse a DIOS? Juan 14:6 .

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad