REFLEXIONES

Párate aquí, alma mía, y contempla los efectos melancólicos de una naturaleza caída, manifestándose en casos tan asombrosos de rebeliones, murmuraciones, desobediencia e ingratitud. Y cuando hayas reflexionado debidamente sobre el terrible tema del terrible ejemplo de Coré y su compañía, vuelve tu atención hacia ti mismo. ¡Pobre de mí! no son las mismas semillas de pecado allí, y no brotan y reverdecen continuamente, y dan el mismo fruto mortal; ¿Y qué es el mundo que te rodea sino evidencias de lo mismo? ¿Y cuáles son los ejemplos de sufrimiento y dolor, pero pruebas en la misma cantidad? Lleno de miseria porque lleno de pecado.

¡Precioso, precioso JESÚS! alivia mi alma a la vista de esas cosas, volviendo mis ojos hacia ti y tu gran salvación. ¡Oh! ¡Tú, Aarón todopoderoso, gran Sumo Sacerdote y Salvador de tu pueblo, que mi alma nunca deje de mirarte y de mirarte! En verdad, saliste de tu trono de gloria y dejaste las regiones de los bienaventurados para visitar nuestro miserable mundo. La plaga del pecado y la horrible ingratitud de tu pueblo, aun la ira de tu PADRE que brotó en una indignación ardiente en la destrucción de los pecadores, no impidió que tu amor prosiguiera la maravillosa liberación de tus elegidos; pero corriste entre el pueblo, y pusiste el incienso de tus méritos, y con tu sangre y tu justicia hiciste expiación por ellos.

Entonces te detuviste entre los muertos y los vivos, y ahora te interpones todavía entre los pecadores muertos y los vivos; DIOS; y continuarás en tu sacerdocio eterno e incesante hasta que la plaga del pecado, el infierno, la muerte y la tumba se detenga, y hayas rescatado a todos tus redimidos de la miseria eterna. Señor, concédeme que por la obra de tu ESPÍRITU en mi corazón, mi alma pueda estar dispuesta a caer bajo la influencia conservadora de tu incensario; y así como los israelitas moribundos fueron protegidos por la ofrenda ascendente del incienso de Aarón, así yo puedo refugiarme bajo la cobertura de tu sangre y tu justicia, de todo mi pecado y del pecado de este impío mundo inicuo, y ser hallado en ti para alabanza. de la gloria de esa gracia con la que soy aceptado en ti, el amado.

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