¿No le parece al lector, por la forma de expresión, que cada hombre tomó su vara, como si fuera un consentimiento hosco y no satisfecho al nombramiento divino? ¡Pobre de mí! con qué frecuencia podemos detectar nuestros corazones con el mismo espíritu.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad