Es muy terrible volver a leer el reconocimiento de este hombre, que tenía los ojos abiertos, que había escuchado las palabras de DIOS y que conocía el conocimiento del Altísimo. ¡Oh, lector! Piensa, te encomiendo que pienses, qué gran diferencia hay entre una cabeza llena del conocimiento de DIOS y un corazón lleno de la gracia de DIOS.

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