REFLEXIONES

¡BENDITO JESÚS! Comprométete por mí, en todos mis deseos más fervientes y en mis más firmes resoluciones, amar y servir al DIOS de mi salvación, porque de lo contrario estoy seguro de que todas mis fuerzas en la hora de la prueba resultarán ser una debilidad perfecta. No puedo hacer nada, querido SEÑOR, nada en mí, salvo pecar; pero puedo hacer todas las cosas si tú eres mi fuerza y ​​mi confianza; y por lo tanto, nunca podré confiar demasiado en mí mismo o en mi Salvador.

Pero, ¿no puedo ver, en esta misericordiosa exención de los votos imprudentes mal asumidos y cumplidos infielmente, una exención misericordiosa para las enfermedades de tu pueblo? Ciertamente JESÚS es el Padre eterno de su pueblo; y ciertamente tú tampoco eres menos su marido. ¡Entonces, bendito SEÑOR! confirma y fortalece mi alma por tu gracia, para cumplir todo lo que prometo con tu fuerza, y capacítame para cumplirlo.

Y anula y elimina la obligación de realizar todo lo que no sea rentable, por tu poder soberano y derecho de dominio sobre mí. Porque confío, que por tu ESPÍRITU SANTO me has engendrado de nuevo a una nueva vida; por lo cual soy tuyo como hijo tuyo por adopción y gracia; y por el cual me desposaste contigo para siempre, por lo cual mi Hacedor es mi marido, el SEÑOR de los ejércitos es su nombre.

Y por dedicarme a tu servicio para siempre, capacítame SEÑOR para hacer votos y cumplirlos, de modo que pueda decir con uno de los antiguos: Cumpliré mis votos al SEÑOR en presencia de todo su pueblo; incluso en los atrios de la casa del SEÑOR.

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