REFLEXIONES

ENTRE las innumerables bellezas que este Capítulo proporciona para las más benditas mejoras bajo la gracia; me parece que me gustaría atender a lo que mi Señor ha dicho acerca de su rescate de su pueblo del poder del sepulcro, como eminentemente importante; y de hecho como incluyendo todas las bendiciones en una. ¡Porque si Jesús en verdad, en su propia persona gloriosa, venció tanto al pecado como a la muerte y al infierno! (como lo tiene con toda seguridad), en esa victoria todo su pueblo está implicado e interesado en todos sus triunfos.

Y como en las enseñanzas del Espíritu Santo, toda alma creyente es conducida a ver la verdad de lo que el Señor ha dicho en este Capítulo; Oh Israel, te destruiste a ti mismo; En verdad debe ser una bendición estar igualmente convencido de lo que dice el Señor: en mí está tu ayuda. Mira, entonces, mi alma, busca Lector, y escucha la conocida voz de tu Redentor, cuando declara que ha rescatado a su pueblo del poder del Seol, y lo ha redimido de la muerte.

¿Y no lo ha hecho de la manera más completa y eficaz asumiendo nuestra naturaleza, y en esa naturaleza venció a la muerte con su propia muerte y sometió el dominio de la tumba al levantarse de la tumba en los triunfos de su cruz? ¿No ha hecho todo esto, como cabeza de su cuerpo la Iglesia, y en nuestra naturaleza abrió el reino de los cielos a todos los creyentes? Él ha pagado nuestro rescate con su sangre.

Él ha respondido a todas las demandas de la justicia divina con su justicia. Ha mostrado la satisfacción realizada y realizado todas las perfecciones del Padre. Y como era imposible que la tumba detuviera a un prisionero así, también es imposible que alguno de sus descendientes, para quien ha comprado la redención, permanezca en la prisión de la tumba; porque él ha dicho: porque yo vivo, vosotros también viviréis.

¡Granizo! ¡Tú, Señor glorioso! Tú eres en verdad la resurrección y la vida. El que cree en ti, aunque esté muerto, vivirá; y todo aquel que vive y cree en ti, no morirá jamás. Bien pueda todo hijo fiel de Dios clamar con la voz triunfal del Apóstol: Gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.

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