El hombre iracundo suscita contiendas, pero el lento para la ira apacigua las contiendas. El camino del perezoso es como cerca de espinos, pero el camino del justo es llano. El hijo sabio alegra al padre, pero el necio desprecia a su madre. La necedad es gozo para el falto de sabiduría, pero el entendido camina en rectitud. Sin consejo, los propósitos se frustran, pero en la multitud de consejeros se establecen.

El hombre se alegra de la respuesta de su boca; y la palabra dicha a su debido tiempo, ¡qué buena es! El camino de la vida es arriba para el sabio, para partir del infierno de abajo. El SEÑOR destruirá la casa de los soberbios, pero establecerá el término de la viuda. Los pensamientos de los impíos son abominación al SEÑOR, pero las palabras de los puros son palabras agradables. El ávido de ganancias perturba su casa; pero el que aborrece las ofrendas vivirá.

El corazón del justo piensa para responder, pero la boca de los impíos derrama maldades. El SEÑOR está lejos de los impíos, pero escucha la oración de los justos. La luz de los ojos alegra el corazón, Y la buena fama engorda los huesos. El oído que escucha la reprensión de la vida, permanece entre los sabios. El que rechaza la instrucción desprecia su propia alma, pero el que oye la reprensión adquiere entendimiento. El temor de Jehová es instrucción de sabiduría; y antes del honor está la humildad.

Cada palabra, más o menos, en estos versículos es preciosa, y como dije antes, si se lee con referencia al evangelio, no puede dejar de conducir el alma a Jesús. Espero que el lector no haya descuidado todo esto a medida que avanzamos a lo largo de estos proverbios. Habrá encontrado, estoy convencido, si es así, en muchas ocasiones, la verdad de lo que acabamos de leer en este capítulo, una palabra dicha a su debido tiempo, qué bueno es.

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