Salmo 108:1

1 Cántico. Salmo de David. Mi corazón está firme, oh Dios; cantaré y entonaré salmos aun con mi alma.

CONTENIDO

Este es un salmo de alabanza. El escritor sagrado se declara fijo y preparado por el Espíritu Santo para cantarlo. Feliz el alma creyente que se encuentra en el mismo estado de ánimo.

Canción o salmo de David.

Salmo 108:1

Si el lector volverá a mirar a Salmo 57:1 . encontrará que los versículos finales de ese Salmo son los mismos que los versículos iniciales de este. Y si se vuelve a Salmo 60:1 y lee los últimos ocho versículos, percibirá que son similares a los últimos ocho versículos de este.

Por lo tanto, habrá menos ocasión para comentarlo ahora, ya que el lector, al recurrir a la exposición dada bajo los dos Salmos antes citados, hará innecesarias otras observaciones; y aquí sólo haré una observación general: que como los corazones de los santos del Antiguo Testamento estaban tan fijos, y siempre a tiempo, para levantarse temprano, para celebrar la gloria divina, aunque solo vieron el día de Cristo de lejos; Seguramente las almas de los creyentes del Nuevo Testamento deberían estar mucho más en constante espera, tanto de día como de noche, para cantar de Él, y de Él, que ha venido desde hace mucho tiempo y ha terminado la redención.

¡Oh! ¡Cordero de Dios! ¡Haz que nuestros corazones se arreglen! y cantemos con el espíritu, y también con el entendimiento, las grandes alabanzas de Aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz maravillosa. Tu Persona, bendito Jesús, tu amor, tu gracia y tu favor, en todas tus grandes empresas, en tu encarnación, obediencia, ministerio, muerte, resurrección, ascensión, poder, gloria; en todos estos nuestros cánticos deben exaltarte constantemente.

Y como en todos estos, como Galaad, Manasés, Efraín y Judá, los santos del Antiguo Testamento disfrutaron de todo por fe, mucho antes de entrar en la posesión; Así que ahora por la fe te disfrutemos, bendito Jesús, en todo lo que tienes y en todo lo que eres, como cabeza gloriosa y mediador de tu pueblo; entonces estaremos seguros de que nos llevarás a casa, a la ciudad fuerte de la nueva Jerusalén de nuestro Dios, donde te veremos claramente y disfrutaremos de la eterna felicidad de la redención en tu reino para siempre. Amén.

Continúa después de la publicidad