En estos versículos, el salmista pide alabanza a Jehová por sus innumerables actos de bondad en la sabiduría de la creación. De las grandes obras de Dios, la formación de los cielos, la tierra, el mar, las luces del cielo y la ordenación de los siervos del Señor en los cuerpos celestes; el salmista aprovecha la ocasión para incitar a la humanidad a la adoración universal. ¡Dulce pensamiento! ¡Cuánto Jesús, en su ministerio inigualable, llama a su pueblo a la alabanza y adoración incesantes!

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