No creo que sea necesario extenderme sobre las diversas perfecciones de Jehová, que el profeta celebra a través de este Salmo; porque en este caso debería ampliar el tema hasta un punto muy grande. Y además, el himno mismo expone tan hermosa y claramente estas perfecciones de nuestro Dios, que no puedo dejar de concluir que las insinuaciones del Espíritu Santo, por la manera y el método en que se hablan, como si su misericordiosa intención fuera, mientras la gente está leyéndolos o cantándolos, para acercarse a sus dulces enseñanzas, para hacerlos vida y espíritu para el corazón.

¡Gran Dios! ¡Haz que tanto el Lector como el Escritor te busquen por esta misericordia, y humildemente esperen tu bendición en Ella! Solo detengo al lector para observar los diferentes efectos que se dice que induce la contemplación de estas perfecciones de Jehová: Si es Jesús quien es el orador por el espíritu de profecía, él dice que mientras una generación a otra alaba las obras de Jehová Hablaré de tu gloriosa honra.

Y luego se agrega: Los hombres también hablarán. Un dulce pensamiento surge de esta distinción: si Jesús, como la gran cabeza de su iglesia, da a conocer a su pueblo el amor, la misericordia y la bondad de su Padre; entonces retomarán el tema maravilloso y de generación en generación lo proclamarán a sus hijos. Aun así, Señor, diría, bendices a tu iglesia con tu divina enseñanza.

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