¡Dulces son las proclamas de Jesús, desde el propiciatorio! ¿Y cómo todos los que son hechos partícipes de la rica salvación en Jesús proclamarán, con voz de alabanza, las maravillosas obras de la gracia distintiva? Ciertamente, Señor, el lugar, la ordenanza, la misma puerta, de la iglesia evangélica de Jesús, es querido por sus redimidos. Cristo mismo es el todo y el todo. Él es nuestro Gran Sumo Sacerdote, nuestro Altar y Sacrificio.

Y así como el Redentor dice que el celo de la casa de Jehová lo ha devorado, así el amor por él y su gloria llenan el alma de sus redimidos con tal gozo, que su lenguaje es: Aquí moraré, porque tengo lo deseaba. Salmo 69:9 ; Juan 2:17 ; Salmo 132:14 .

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