Estos son algunos de los benditos efectos del conocimiento y el disfrute del Señor. ¡Oh, cuán bienaventurado es estar en Cristo, el santuario! ¡Oh, qué bendición levantar la cabeza con su fuerza! Y, oh, qué bendición es cantar el cántico de Moisés y el Cordero, aquí abajo; mientras que la iglesia de arriba canta lo mismo a la fuente del gozo.

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