He aquí dos fuertes similitudes que se utilizan para representar la fugaz permanencia transitoria de todos los enemigos de nuestro Cristo. El humo puede parecer por el momento eclipsar el sol; y la cera, por su dureza y naturaleza adhesiva, puede formar una obstrucción; pero ambos deben ceder instantáneamente ante la luz y el calor de los rayos del sol. Entonces Jesús, cuando aparece, hace que todos los enemigos caigan ante él.

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