¡Dulce y bendita conclusión de un salmo de pruebas y persecuciones! Así fue en el caso de Jesús, y así será entre todos los seguidores de Jesús: como la Cabeza gloriosa, así todos los miembros se unen en las alabanzas de la salvación de Dios; y este, que ahora es el cántico de gracia, será el eterno aleluya del cielo, cuando Jesús y su iglesia sean coronados de gloria, y todo enemigo sea sometido a sus pies.

REFLEXIONES

¡Bendito Señor! Cuán reconfortante es, en toda vista, el Espíritu Santo se complace en darte, contemplarte como nuestra gloriosa Cabeza. En las persecuciones, así como en los sufrimientos, en los reproches, así como en los juicios injustos, tendrás la preeminencia. ¡Oh! por gracia para mirarte en el camino de la tribulación yendo delante de tu iglesia y pueblo, y marcando el camino con tu propio ejemplo inmaculado. Pero ¡oh! para mayores porciones de esa mansedumbre de espíritu por la que se distinguió tu caminar. De Jesús sólo se puede decir plenamente, que cuando fue injuriado, no volvió a insultar; cuando sufría, no amenazaba; sino que se entregó al que juzga con justicia.

¡Lector! En nuestras mejoras del tema divino que este Salmo presenta, bajo todas las persecuciones que en nuestras pruebas menores encontramos en el camino, dejemos que la mirada a Jesús anime nuestras mentes y consuele nuestros corazones, para que finalmente y plenamente, encontremos Canten el mismo cántico que aquí se canta, alabando al Señor según su justicia, y cantando alabanzas al nombre del Señor Altísimo.

Este será nuestro cántico eterno; ni las oposiciones de los impíos deberían desentonar nuestras mentes para cantarlo con gracia en nuestros corazones ahora. En Jesús y su gran salvación, ya nos vemos llevados a anticipar los triunfos que pronto deben ser nuestros sobre todos los enemigos de nuestra fe; y la promesa es absoluta en él, y el poder de su fuerza, que dice que el Dios de paz quebrantará a Satanás bajo nuestros pies en breve.

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