La historia de la iglesia se prosigue a través de todos estos versículos. Pero debemos mirar más allá de la historia, y particularmente al final del Salmo, que termina con una visión de David como el elegido de Dios para el trono de Israel; he aquí el Cristo, el escogido de Dios, de quien David era un tipo, como se establece en estos rasgos de carácter. Es Jesús, que es el gran Pastor de Israel, a quien se señaló todo el tiempo, como guiando a José como una oveja; y él, y solo él, como el que podía llevar los corderos en su brazo y hacerlos reclinarse en su seno.

¡Sí, bendito Jesús! En verdad se puede decir de ti que los has alimentado, y que todavía los alimentas, según la integridad de tu corazón, y los guias con la habilidad de tu mano; porque todavía eres el Cordero en medio de el trono. Estás alimentando a la iglesia de arriba y llevándola a fuentes de aguas vivas. Y tú estás atento a tu iglesia de abajo, de donde los haces pasar por el desierto, y mientras tanto, los preservas, para que nunca perezcan, ni nadie los arranque de tu mano omnipotente. Señor, dame a ver que eres mi Pastor, y nada me faltará.

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