Aquí, por un cambio de persona en el hablante, encontramos una hermosa transición hecha a Cristo mismo, en la cual el escritor sagrado está celebrando las glorias de su persona, y la grandeza, extensión y duración eterna de su reino, y por Al contrastar su monarquía con la de todo poder creado, las glorias de su reinado mediador se exponen con gran bendición. Lector, no se apresure a pasar por alto las varias cosas preciosas que aquí se dicen de nuestro todopoderoso Soberano.

¡Él, tu Hermano, así como tu Dios, será tu Juez! El que ha muerto por tus pecados, como tu Fianza, un día llegará a ver el fruto de la aflicción de su alma en la redención de su pueblo, y quedará satisfecho. El que ahora mira y es el refugio de sus oprimidos, juzgará su causa y a su debido tiempo los librará de todas sus angustias. Seguramente, lector, si conoces a este Jesús, si crees en su poder, si dependes de su salvación, confiarás en todo, por el tiempo y por la eternidad, en sus manos omnipotentes.

Pero, hermano mío, fíjate, te lo suplico, la verdad cierta: si no lo conoces, no puedes confiar en él. Nadie confió jamás en un Dios desconocido. ¡Oh, precioso Señor Jesús! ahora veo la belleza y la excelencia de esa escritura bendita, en la que has dicho: Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, ya Jesucristo, a quien has enviado. Juan 17:3 .

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