• Mateo 26:47

    Mientras él aún hablaba, vino Judas, que era uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo.

  • Mateo 26:48

    El que le entregaba les había dado señal diciendo: “Al que yo bese, ese es. Préndanle”.

  • Mateo 26:49

    De inmediato se acercó a Jesús y dijo: — ¡Te saludo, Rabí! Y lo besó.

  • Mateo 26:50

    Pero Jesús le dijo: — Amigo, haz lo que viniste a hacer. Entonces ellos se acercaron, echaron mano a Jesús y le prendieron.

  • Mateo 26:51

    Y he aquí uno de los que estaban con Jesús extendió su mano, sacó su espada y, golpeando a un siervo del sumo sacerdote, le cortó la oreja.

  • Mateo 26:52

    Entonces Jesús le dijo: — Vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que toman espada, a espada perecerán.

  • Mateo 26:53

    ¿O piensas que no puedo invocar a mi Padre y que él no me daría ahora mismo más de doce legiones de ángeles?

  • Mateo 26:54

    Entonces, ¿cómo se cumplirían las Escrituras de que es necesario que suceda de esta manera?

  • Mateo 26:55

    En ese momento Jesús dijo a la multitud: — ¿Como contra un asaltante han salido con espadas y palos para prenderme? Cada día me sentaba enseñando en el templo, y no me prendieron.

  • Mateo 26:56

    Pero todo esto ha ocurrido para que se cumplan las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos le abandonaron y huyeron.

  • Mateo 26:57

    Los que habían prendido a Jesús lo llevaron ante Caifás, el sumo sacerdote, donde los escribas y los ancianos se habían reunido.

  • Mateo 26:58

    Y Pedro le seguía de lejos hasta el patio de la casa del sumo sacerdote. Habiéndose metido adentro, estaba sentado con los guardias para ver cómo terminaba aquello.

Continúa después de la publicidad