Entonces el mismo Simón también creyó; y cuando fue bautizado, continuó con Felipe, y se maravilló, mirando los milagros y señales que se hacían.

Lucas añade aquí un poco de historia local que hace que la victoria del Evangelio se destaque con más fuerza. Antes de estos hechos había ocurrido en Samaria cierto hombre, que se llamaba Simón, y que había practicado artes mágicas y había dejado estupefactos a la gente de la ciudad y de la región con sus trucos y malabarismos diabólicos. Se anunció a sí mismo, con la humildad característica de la gente de su tipo, como algo grande, como poseedor de encantamientos y poderes más allá de la habilidad natural.

Practicó los encantamientos y conjuros tan ampliamente empleados en Oriente por los charlatanes y los verdaderos hechiceros, que son capaces de realizar hazañas que tienen la apariencia de milagros, con la ayuda del diablo. La gente quedó tan profundamente impresionada que consideraron a Simón como una manifestación del poder divino en forma humana. Por lo tanto, lo llamaron "Poder de Dios que se llama Grande", uno que era muy prominentemente grande y divino, que poseía poderes que son peculiares de Dios.

Todo esto lo habían hecho los samaritanos, porque durante mucho tiempo Simón los había hechizado con sus trucos mágicos. Habían puesto su propia interpretación sobre sus actos, y habían creído en sus palabras. Todo esto cambió con la llegada de Felipe. Porque cuando predicó el Evangelio acerca del reino de Dios y del nombre de Jesucristo, cuando trajo a esta gente ignorante el único mensaje que podría darles paz mental y la bendita seguridad de la salvación, los samaritanos creyeron, fe en el Salvador fue forjado en sus corazones, y buscaron y recibieron el Bautismo, el Sacramento que sella tanto a hombres como a mujeres el perdón de los pecados ganado por Cristo.

Nota: Todos los trucos mágicos, incluso los que se realizan con la ayuda del diablo, no tienen ningún propósito beneficioso, ya que solo se realizan para excitar la curiosidad ociosa. Los milagros, en cambio, tanto los que se narran en las Escrituras como los que el Señor hace hasta el día de hoy, son en todo caso benéficos y dignos del poder divino. Cuando Simón perdió a sus seguidores anteriores tan abrupta y completamente, fue a ver y escuchar a Felipe, y él mismo fue llevado a la fe.

Con el resto del pueblo, también, fue bautizado y la promesa de Dios así sellada a él. No hay razón, según el relato de Lucas, para dudar de la realidad de la conversión de Simón en este momento. Fue una prueba muy contundente del poder superior y de la divinidad del Evangelio acerca de Jesús el Mesías. Y Simón, el que había causado asombro en otros, estaba aquí mismo casi abrumado de estupefacción cuando se convirtió en un espectador interesado de las señales y de las grandes maravillas que se realizaban ante sus ojos.

Nota: El diablo a menudo, con el permiso de Dios, puede tener éxito en seducir a los hombres por medio de sus falsos milagros y trucos de malabarismo, pero cada vez que el poder de Dios asoma a modo de contraste, él y todos sus siervos quedan avergonzados ante el Uno más poderoso.

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