Porque un ángel descendió en cierto tiempo al estanque, y revolvió el agua; el primero que entraba después de la agitación del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviera. "Después de este"; cuánto tiempo no dice el evangelista; simplemente denota un intervalo en el que tuvo lugar una parte del ministerio de Jesús en Galilea. La fiesta de los judíos a la que Jesús viajó desde Galilea era probablemente la fiesta de Purim, que se celebraba el 14 de

y 15

de Adar (marzo). Véase Ester 9:21 . Ahora bien, había en la ciudad de Jerusalén una puerta que era conocida como la Puerta de las Ovejas, probablemente por el hecho de que los animales sacrificados eran conducidos a la ciudad a través de esta puerta. En este barrio se encontraba, incluso a fines del primer siglo, un estanque que llevaba el nombre hebreo Bethesda, Casa de Gracia o Misericordia.

Los judíos habían construido cinco columnatas, o pórticos, alrededor de su estanque de agua, para proteger a los enfermos del viento y la lluvia. Estos constituían el hospital de la ciudad, donde yacía gran número de enfermos, de ciegos, de cojos, de marchitos. Todos esperaban ansiosamente el movimiento, el borboteo del agua en la piscina, los que podían ver con los ojos fijos ansiosamente en la superficie del agua, y los ciegos esperando el sonido que avisara del movimiento, o dependiendo de familiares o amigos para llevarlos a la piscina rápidamente.

El fenómeno, que ahora se atribuye generalmente, la acción de un manantial como un sifón, es explicado por el evangelista como debido al hecho de que un ángel en un momento determinado bajó al estanque y removió el agua. Y el primer enfermo que entraba al agua después de ocurrido el fenómeno, sanaba, sin importar la enfermedad que le molestara. Muchos comentaristas son bastante escépticos en este punto, se niegan a aceptar las palabras como la verdad, y muchos críticos simplemente han descartado este versículo.

Pero sostenemos, según las Escrituras, que los efectos benéficos de muchos de los así llamados agentes naturales se deben a la obra de los ángeles de Dios. Los decretos de la providencia de Dios son llevados a cabo por estos siervos suyos. Es del todo probable que aún hoy los ángeles de Dios estén activos en las aguas de muchos manantiales de salud. “Aquellos que sienten poco o nada de la obra de Dios en sus propios corazones no están dispuestos a permitir que Él obre en otros.

Esto es para hacer de la experiencia de cualquier hombre la regla por la cual debe interpretarse toda la Palabra de Dios y, en consecuencia, para no dejar más divinidad en la Biblia que la que se encuentra en el corazón de aquel que profesa explicarla".

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