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Cuando el rey estaba en su diván, mi nardo liberó su fragancia.
             
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Mi amado se parece a un manojito de mirra que duerme entre mis pechos.
             
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Mi amado se parece a un racimo de flores de alheña de las viñas de En-guedi. 
             
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¡Qué bella eres, oh amada mía! ¡Qué bella eres! Tus ojos son como de palomas. 
             
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¡Qué bello y dulce eres tú, oh amado mío! Nuestra cama es frondosa,
             
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las vigas de nuestra casa son los cedros, y nuestros artesonados son los cipreses. 
             
            
    
    
    
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