Entonces Faraón le dijo: ¿Qué te ha faltado conmigo, para que busques ir a tu país? Y él respondió: Nada; pero déjame ir de todos modos.

Entonces el faraón le dijo: ¿Qué te faltaba conmigo...? El rey de Egipto se esforzó en vano por disuadirlo, pero al final cedió a las importunidades de Hadad. Pero no se sabe si le ayudó con tropas para llevar a cabo sus pretensiones como pretendiente, ni se da cuenta en la historia sagrada del resultado de su tarea.

Pero la Septuaginta inserta una cláusula en el sentido de que tuvo éxito en su intento [hautee hee kakia een epoieesen Ader: kai ebaruthumeesen Israeel, kai ebasileusen en gee Edoom. Este fue el mal (maldad) que Hadar (Hadad) produjo. Sus movimientos causaron mucha molestia al gobierno hebreo, y reinó en (se estableció en el trono de) Edom]. Esta afirmación, sin embargo, no sólo no está justificada por el texto hebreo en el pasaje en cuestión, sino que es contraria a los hechos históricos, ya que Edom seguía siendo tributaria de Judá incluso en la época de Josafat (1 Reyes 22:47).

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