Y lo mismo hizo con todas sus mujeres extranjeras, que quemaban incienso y sacrificaban a sus dioses.

Quemaban incienso y sacrificaban a sus dioses. El primero se consideraba un acto de homenaje superior, y a menudo se utiliza como sinónimo de adoración (2 Reyes 22:17; 2 Reyes 23:5). Así, la sabiduría del monarca uxorio cayó ante el poder irresistible del amor. Hay una diferencia entre la religión del corazón y la de la cabeza; y mientras su padre David, en medio de sus muchos y grandes pecados, nunca dejó que su fe se extinguiera, sino que, al arrepentirse, volvió con todo el ardor de un primer amor a Dios como la porción elegida de su alma, Salomón desechó todo homenaje a Yahvé como el Dios pactado de Israel.

Es imposible creer que una mente tan aguda y reflexiva como la suya pudiera instalarse en el ateísmo. Pero ciertamente cayó en la infidelidad; y si, habiéndose entregado a opiniones filosóficas sobre la religión, se convirtió en un votante del culto a la naturaleza, un panteísta, considerando que era una cuestión indiferente el modo o los ritos con los que se adoraba a la Deidad, porque bajo cualquier nombre, Jehová, Jove o Señor', el mismo objeto de fe estaba presente en las mentes de los inteligentes; o si, como ya se ha observado, fue engañado, a través de la influencia viciante de la sensualidad, en la idolatría absoluta, es cierto que renunció a la fe de sus padres; o si todavía se adhirió a ella en la celebración externa, puso ante sus súbditos un intento de unión imposible de la adoración de los ídolos con la de Aquel cuyo primer mandato a Israel fue: "No tendrás otros dioses delante de mí".

" La perversión religiosa de Salomón, y la causa que la produjo, son descritas gráficamente por Millon en estas hermosas líneas:`Ashtoreth, a la que los fenicios llamaban Astarté, Reina del Cielo, con cuernos de media luna; a cuya imagen brillante, cada noche junto a la luna, las vírgenes sidonias pagaban sus votos y cantos; En Sión, no sin cantos, donde al final se erigió su templo en la montaña ofensiva, construido por aquel rey uxoroso, cuyo corazón, aunque grande, regido por bellas idólatras, cayó en los ídolos. ( `El paraíso perdido', b. 1:)

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