Y la mano del SEÑOR estaba sobre Elías, quien se ciñó los lomos y corrió delante de Acab hasta la entrada de Jezreel.

Elías... se ciñó los lomos y corrió delante de Acab. Antiguamente, en algunos países de Oriente, era, y sigue siendo, costumbre que los reyes y los nobles lleven corredores delante de su carro, ceñidos para ello. El profeta, al igual que los beduinos de su nativa Galaad, había sido entrenado para correr; y como la mano del Señor estaba con él, continuó con una agilidad y fuerza inigualables. Era, en estas circunstancias, un servicio muy apropiado para Elías. Tendió a fortalecer la impresión favorable que se había hecho en el corazón de Acab, y proporcionó una respuesta a las cavilaciones de Jezabel; porque demostró que quien era tan celoso en el servicio de Dios era al mismo tiempo devotamente leal a su rey.

El resultado de esta solemne y decisiva contienda fue un duro golpe y un gran desaliento para la causa de la idolatría. Pero los acontecimientos posteriores parecen demostrar que las impresiones, aunque profundas, no fueron más que parciales y temporales.

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