Si en la tierra hay hambre, si hay pestilencia, estragos, moho, langostas, o si hay oruga; si su enemigo los asedia en la tierra de sus ciudades; cualquier plaga, cualquier enfermedad que haya;

Si hay en la tierra hambre, si hay peste, estragos, moho... El moho que causaba tan terribles estragos en sus campos y destruía sus cosechas de cereales, produciendo hambruna, no se sabía entonces que era de origen vegetal, y que se podía rastrear, como la ciencia moderna nos ha enseñado a rastrear, a varios hongos parásitos de las familias Uredo y Puccinia (Botánica Bíblica de Balfour), sino que se atribuía a influencias meteorológicas, o más bien se consideraba como una pestilencia infligida por la mano directa de Dios (véanse las notas en Levítico 26:25 ; Deuteronomio 28:22 , sobre las amenazas en que pasajes se redondean estas peticiones de Salomón).

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