Por tanto, pateáis mi sacrificio y mi ofrenda, que he ordenado en mi habitación; y honrarás a tus hijos más que a mí, para engordarte con lo principal de todas las ofrendas de mi pueblo Israel?

¿Por qué pateáis mi sacrificio y mi ofrenda?, es decir, tolerando el comportamiento irreverente y profano de tus hijos, tanto en las ocasiones comunes como en el desempeño de las funciones sacerdotales, de modo que los ritos sagrados fueran expuestos al desprecio público, y los sentimientos queridos de los fieles devotos ultrajados.

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