Y Jonatán dijo a David: Ven, y salgamos al campo. Y salieron ambos al campo.

Jonatán dijo... Venid, y salgamos al campo. El escenario de esta memorable conferencia fue, como describe Porter ('Handbook', p. 324), 'un valle poco profundo entre Gabaa (Tell el-Fulil) y Nob, rompiendo al este en declives rocosos en Wady Suleim. Detrás de algunas de las rocas que hay en él, David podría esconderse fácilmente y, sin embargo, ver a Jonatán descendiendo de la ciudad de arriba. El diálogo privado que aquí se detalla en toda su extensión presenta una exhibición bellísima de estos dos amables y nobles amigos.

Jonathan fue llevado, dadas las circunstancias, a ser el orador principal. La fuerza de su apego, su puro desinterés, su cálida piedad, su invocación a Dios, que consistía en una oración y un juramento solemne combinados, la expresión serena y plena que daba de su convicción de que su propia familia era, por voluntad divina, ser desheredado, y David elevado a la posesión del trono; el pacto hecho con David a favor de sus descendientes, y la imprecación ( 1 Samuel 20:16 ) denunciada sobre cualquiera de ellos que viole su parte de las condiciones; la reiteración de este pacto en ambos lados ( 1 Samuel 20:17), para hacerlo indisoluble, todo esto indica tal poder de afecto mutuo, tal atracción magnética en el carácter de David, tal susceptibilidad y elevación de sentimiento en el corazón de Jonatán, que esta entrevista, por su interés dramático y belleza moral, se destaca incomparable en los registros de la amistad humana.

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