Y Abías siguió a Jeroboam, y le tomó ciudades, Betel con sus aldeas, Jesaná con sus aldeas, y Efraín con sus aldeas.

Abías persiguió a Jeroboam. Esta acción sanguinaria amplió la brecha entre la gente de los dos reinos. Abías abandonó su diseño original de intentar la subyugación de las diez tribus, y se contentó con recuperar unas pocas ciudades fronterizas que, aunque se encontraban dentro de Judá o Benjamín, habían sido enajenadas al reino nuevo o del norte. Entre estos estaba Bethel, que con sus asociaciones sagradas, él podría estar fuertemente deseoso de arrebatarla de la profanación.

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