Y aconteció que por la mañana salió, y se puso en pie, y dijo a todo el pueblo: Sed justos; he aquí, conspiré contra mi señor, y lo maté; pero ¿quién mató a todos estos?

Dijo a todo el pueblo: Sed justos... Se reunió un gran concurso para contemplar este espectáculo novedoso y espantoso. El discurso que Jehú dirigió a los espectadores estaba ingeniosamente enmarcado para impresionar en sus mentes la idea de que una masacre tan grande, hecha sin su orden o connivencia, fue el resultado secreto del juicio divino denunciado sobre la casa de Acab; y el efecto de esto fue preparar la mente del público para escuchar, sin horror, una tragedia repugnante similar que se perpetró poco después, a saber, la extinción de todos los amigos influyentes y partidarios de la dinastía de Acab, incluidos los de la realeza casa de Judá.

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