Y él dijo: Tráeme una vasija nueva, y ponle sal. Y se lo trajeron.

Tráeme una vasija nueva y ponle sal. Las cualidades nocivas del agua no podían corregirse con la infusión de sal; porque, suponiendo que la sal tuviera tal propiedad, no se podría purificar un manantial entero con un plato en un día, y mucho menos en todo tiempo futuro. El derramamiento de la sal fue un acto simbólico con el que Eliseo acompañó la palabra del Señor, con la que se restableció el manantial.

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