Y Joab tocó la trompeta, y el pueblo se volvió de perseguir a Israel; porque Joab detuvo al pueblo.

Joab tocó la trompeta, y... detuvo al pueblo. Sabiendo que, por la muerte del usurpador, no había ocasión para más derramamiento de sangre, puso fin a la persecución, y así demostró la política moderada de su conducta. Por duro e insensible que pueda parecerle al rey Joab, no cabe duda de que actuó como un sabio estadista al considerar la paz y el bienestar del reino más que las inclinaciones privadas de su amo, que se oponían tanto a la estricta justicia como a la sus propios intereses.

Absalón merecía morir, por la ley divina ( Deuteronomio 21:18 ; Deuteronomio 21:21 ), además de ser enemigo de su rey y de su país; y ningún momento fue más apropiado que cuando se encontró con esa muerte en una batalla abierta.

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