Y Joab entró en la casa del rey, y dijo: Has avergonzado hoy los rostros de todos tus siervos, que hoy han salvado tu vida, y la vida de tus hijos y de tus hijas, y la vida de tus esposas, y la vida de tus concubinas;

Has avergonzado ... los rostros de todos tus siervos, al retirarte para complacerte en el dolor, como si sus servicios fueran desagradables, y su devoción te resultara fastidiosa. En lugar de saludar su regreso con alegría y gratitud, les has negado la pequeña gratificación de verte. La protesta de Joab era correcta y necesaria, pero fue hecha con dureza. Era una de esas personas que estropean sus importantes servicios por la insolencia de sus modales, y que siempre despiertan un sentimiento de obligación en aquellos a quienes prestan algún servicio. Se dirigió a David en un tono de altanería que mal podía mostrar un súbdito hacia su rey.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad