Miraron, pero no había nadie a quien salvar; aun al SEÑOR, pero él no les respondió.

Miraron, pero no había nadie a quien salvar; incluso al Señor, pero él no les respondió. David está hablando aquí de los enemigos de Israel, a cuya tierra llevó sus armas victoriosas, y quienes, en lo extremo de su angustia, además de invocar la ayuda de sus ídolos, parece que oraron a veces a Yahvé (véanse las notas en Jonás 1:14 ): pero no escuchó favorablemente.

La razón por la que no escuchó sus importunos clamores fue que no estaban al amparo de la alianza y de sus promesas, ya que, al ser paganos, eran enemigos de Dios y no podían dirigirse a Él con el ejercicio de esa fe que es la única que puede hacer aceptable la oración.

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