Como el águila que agita su nido, revolotea sobre sus polluelos, extiende sus alas, los toma, los lleva en sus alas:

Como un águila... revolotea sobre sus crías. Esta hermosa y expresiva metáfora se basa en el extraordinario cuidado y apego que la hembra del águila siente por sus crías. Cuando su progenie recién emplumada está lo suficientemente avanzada como para volar en su elemento nativo, ella, en sus primeros intentos de volar, los sostiene en la punta de su ala, alentando, dirigiendo y ayudando a sus débiles esfuerzos a realizar vuelos más largos y sublimes.

Así Dios tomó el cuidado más tierno y poderoso de Su pueblo escogido. Los sacó de Egipto y los condujo a través de todos los horrores del desierto a la herencia prometida ( Éxodo 19:4 : vea una descripción interesante de un águila madre que enseña a sus crías sus primeras lecciones de vuelo, Sir H. Davy's 'Salmonia, ' pág. 99).

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