Y Faraón envió, y he aquí, no había muerto uno del ganado de los hijos de Israel. Y el corazón de Faraón se endureció, y no dejó ir al pueblo.

Faraón envió, y he aquí que no había ni uno... El envío de mensajeros confidenciales indica que él no daría crédito a informes vagos; y podemos concluir que alguna impresión se había hecho en su mente por esa extraordinaria excepción, pero no era una impresión buena ni permanente. Su orgullo y su obstinación no fueron sometidos en absoluto.

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