Y él dijo: Señor DIOS, ¿en qué sabré que la heredaré?

¿Por qué sabré que la heredaré? Esta pregunta no implicaba que Abram se sintiera desconcertado por la magnitud de las dificultades que se interponían en el camino del cumplimiento de las promesas; pues, para una mente reflexiva como la suya, varias circunstancias de su experiencia personal debían haber apuntado ya a la eventual eliminación de todas las demás, a saber, la protección de Sarai y la separación de Lot, como algo relacionado con la promesa de su posteridad; y la conquista de los reyes invasores con la de su futura posesión de la tierra. En cualquier caso, la pregunta no debe considerarse como un indicio de vacilación por parte del patriarca a la hora de confiar en la promesa divina como "una palabra fiel y digna de ser aceptada", sino más bien como un deseo ferviente de obtener una luz más clara, un conocimiento más completo sobre un tema de intenso y absorbente interés.

En resumen, formuló esta pregunta con un espíritu de fe genuina e inquebrantable, con miras a recibir una confirmación o sello de la promesa; y Aquel que se ha mostrado siempre dispuesto a satisfacer a los indagadores humildes y honestos  (Jueces 6:37-40 ; 2 Reyes 20:8-11 ; Lucas 1:34 ) se complació en ratificar su promesa mediante una notable ceremonia.

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