Y ella se levantó y se fue, y se quitó el velo de sobre sí, y se vistió las ropas de su viudez.

Y ella se levantó y se fue. Algunos escritores piadosos han alegado, para atenuar la vergonzosa conducta de Tamar, que, aunque era cananea, se había relacionado con la raza elegida, y se había impregnado del ansioso deseo de las mujeres hebreas de tener descendencia, con la esperanza de ser la antecesora del prometido Mesías. Pero no hay ni una partícula de evidencia que apoye tal hipótesis.

Es más probable que fuera infeliz, como lo han sido las esposas orientales en todas las épocas, bajo el reproche de no tener hijos; y que, sabiendo que su suegro era la causa de que estuviera bajo ese reproche, planeó un astuto plan de venganza, cuya ejecución, aunque implicaba el crimen de incesto, su educación cananea no la hacía en absoluto reacia.

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