Y aconteció que desde el tiempo que le dio el encargo de su casa y de todo lo que tenía, Jehová bendijo la casa del egipcio por causa de José; y la bendición de Jehová estaba sobre todo lo que tenía, en casa y en el campo.

El Señor bendijo la casa del egipcio... Puede ser, probablemente fue, que una bendición especial y milagrosa fue derramada en un joven que tan fiel y celosamente sirvió a Dios en medio de todas las desventajas de su lugar. Pero puede ser útil señalar que tal bendición generalmente sigue el curso ordinario de las cosas; y los amos más mundanos y sin principios siempre admiran y respetan la religión en un siervo cuando ven esa profesión sustentada en un principio concienzudo y una vida consecuente.

Lo hizo mayordomo en su casa. No sabemos en qué capacidad entró José al servicio de Potifar; pero el ojo observador de su amo pronto descubrió sus cualidades superiores, y lo hizo su jefe, su sirviente confidencial. El avance de los esclavos domésticos no es raro, y se considera una gran desgracia no criar a uno que ha estado un año o dos en la familia. Este es un rasgo especial y característico de la vida egipcia.

Entre las escenas esculpidas que representan la economía interna de la casa de un grande en el antiguo Egipto, llama la atención la figura del mayordomo o capataz de los esclavos. Había un mayordomo para supervisar el trabajo de la casa y otro para supervisar el trabajo de los campos (Ancient Egypt de Wilkinson, 2:, p. 403, 404). Pero este extraordinario avance de José fue obra del Señor, aunque por parte de Potifar fue la consecuencia de observar la asombrosa prosperidad que lo acompañó en todo lo que hizo.

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