Ahora bien, cuando Jacob vio que había grano en Egipto, dijo Jacob a sus hijos: ¿Por qué os miráis los unos a los otros?

Cuando Jacob vio, se enteró por un rumor común. Es evidente, por el lenguaje de Jacob, que su propia familia y la de sus hijos habían sufrido mucho a causa de la escasez; y por la creciente severidad del azote, aquellos hombres, que antes habían mostrado tanta actividad como espíritu, se estaban hundiendo en el desaliento. Dios no intervendría milagrosamente cuando los medios naturales de preservación estaban al alcance.

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