Y había también un hombre que profetizaba en nombre del SEÑOR, Urías hijo de Semaías, de Quiriat-je'arim, el cual profetizó contra esta ciudad y contra esta tierra conforme a todas las palabras de Jeremías:

Como la huida y captura de Urías debió llevar algún tiempo, "el principio del reinado de Joacim", no debe significar el comienzo mismo, sino el segundo o tercer año de sus once años de reinado.

Y había también - tal vez relacionado con , como el comentario del escritor, no la continuación del discurso de los ancianos: "Y aunque también hubo un hombre que profetizó ... Urías", que fue ejecutado por Joacim (lo que prueba cuán grande era el peligro que corría Jeremías y cuán maravillosa la providencia de Dios al preservarlo); "sin embargo, la mano de Ahicam estaba con Jeremías, para que no... lo mataran" (Glassius). El contexto, sin embargo, implica más bien que las palabras son la continuación del discurso anterior de los ancianos. Ellos aducen otro ejemplo además del de Miqueas, aunque de un tipo diferente, a saber, el de Urías. Éste sufrió por sus profecías; pero dan a entender, aunque no se aventuran a expresarlo, que con ello se ha añadido pecado al pecado, y que de nada le ha servido a Joacim, pues la notoria condición del estado en este momento muestra que se avecina una venganza más severa si perseveran en tales actos de violencia (Calvino).

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