En el mes quinto, a los diez días del mes, que era el año decimonoveno de Nabucodonosor rey de Babilonia, entró en Jerusalén Nabuzaradán, capitán de la guardia que servía al rey de Babilonia,

En el décimo día - pero en él se dice "el séptimo día". Probablemente Nabuzaradán partió de Ribla el "séptimo" día, y llegó a Jerusalén el "décimo" día. Las discrepancias aparentes, cuando se aclaran, confirman la autenticidad de la Escritura, porque demuestran que no hubo colusión entre los escritores; como en todas las obras de Dios hay una armonía latente bajo las variedades externas.

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