Y cuando el sacerdote Finees, y los príncipes de la congregación, y los jefes de los millares de Israel que estaban con él, oyeron las palabras que hablaron los hijos de Rubén, los hijos de Gad y los hijos de Manasés, les agradó.

Les agradó. La explicación no sólo satisfizo perfectamente a los diputados, sino que suscitó en ellos expresiones de alegría y agradecimiento sin límites. "Hoy percibimos que el Señor está en medio de nosotros", es decir, por su graciosa presencia y su bondad preventiva, que les ha impedido caer en el sospechoso pecado, y ha rescatado a la nación de la calamidad de una guerra fratricida o de juicios providenciales. Este episodio refleja el honor de todas las partes, y muestra que la piedad y el celo por el honor y el culto a Dios animaron al pueblo que entró en Canaán hasta un punto muy superior al ejemplificado en muchos otros períodos de la historia de Israel.

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