Entonces Manoa suplicó a Jehová, y dijo: Señor mío, vuelva a nosotros el varón de Dios que enviaste, y enséñanos lo que hemos de hacer con el niño que ha de nacer.

Entonces Manoa suplicó al Señor. Al ser informado por su esposa de la grata noticia, el esposo la convirtió en objeto de una ferviente oración a Dios; y éste es un ejemplo notable, indicativo de la conexión que Dios ha establecido entre la oración y el cumplimiento de sus promesas.

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