Y si la mujer tuviere flujo, y su flujo en su carne fuere de sangre, será apartada siete días; y cualquiera que la tocare será inmundo hasta la noche.

Si la mujer tiene flujo. Aunque ésta, como la lepra, podría ser una afección natural, antiguamente se consideraba contagiosa, y conllevaba una contaminación ceremonial que tipificaba una impureza moral. Esta contaminación ceremonial tenía que ser eliminada por un método de expiación ceremonial designado, y el descuido de la misma sometía a cualquier persona a la culpa de contaminar el tabernáculo, y a la muerte como pena por temeridad profana.

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