En aquellos días vi en Judá a algunos que pisaban lagares en sábado, y traían gavillas y cargaban asnos; como también vino, uvas e higos, y toda clase de cargas, que traían a Jerusalén en el día de reposo; y testifiqué contra ellos el día en que vendían alimentos.

En aquellos días vi en Judá unos lagares que pisaban en sábado. El cese de los servicios del templo fue seguido necesariamente por una profanación pública del sábado, y esto había llegado tan lejos que el trabajo se realizaba en los campos y el pescado se llevaba a los mercados en el día sagrado. Nehemías dio el paso decisivo de ordenar que se cerraran las puertas de la ciudad y que no se abrieran hasta que pasara el sábado; y para asegurar la fiel ejecución de esta orden, colocó algunos de sus propios sirvientes como guardias, para evitar la introducción de cualquier mercancía en ese día.

Cuando los comerciantes y varios traficantes vieron que se les negaba la entrada, instalaron casetas fuera de las murallas, con la esperanza de seguir traficando con los campesinos, pero el gobernador amenazó, si continuaban, con adoptar medidas violentas para su expulsión. Con este propósito, se colocó un cuerpo de levitas como centinelas en la puerta, con poderes discrecionales para proteger la santificación del sábado.

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