Manda a los hijos de Israel que echen del campamento a todo leproso, y a todo el que sufre de flujo, y a cualquiera que se contamine con los muertos:

Echad fuera del campamento a todo leproso. La exclusión de los leprosos del campamento en el desierto, así como de las ciudades y aldeas después, era una medida sanitaria tomada de acuerdo con las reglas prescritas (Levítico 13:1 ;Levítico 14:1 ) .

Esta exclusión de los leprosos de la sociedad se ha llevado a cabo desde entonces (Diario de Joseph Wolff, p. 491); y ofrece casi el único caso en el que se presta algún tipo de atención en Oriente a la prevención del contagio. El uso todavía prevalece más o menos en Oriente entre la gente que es indiferente a la hora de tomar precauciones en cualquier caso de fiebre o pestilencia, aunque sea maligna; pero se cree generalmente que en Asia la lepra ha disminuido mucho en frecuencia y virulencia. Suele aparecer en forma comparativamente leve en Egipto, Palestina y otros países donde el trastorno es, o fue, endémico.

Sin embargo, los leprosos suelen estar obligados a llevar un distintivo para que la gente los reconozca a primera vista y les advierta que deben evitarlos. Entre los antiguos judíos se adoptaban otros medios, poniendo la mano en la boca y gritando: "Impuro, impuro". Pero su tratamiento general, en cuanto a la exclusión de la sociedad, era el mismo que ahora se describe. La asociación del leproso, sin embargo, en este pasaje, con aquellos que estaban sujetos sólo a la impureza ceremonial, muestra que un propósito importante en el exilio temporal de tales personas era eliminar todas las impurezas que reflejaban deshonra en el carácter y la residencia del rey de Israel.

Y este cuidado vigilante para mantener la limpieza externa en el pueblo estaba típicamente diseñado para enseñarles la práctica de la pureza moral, o limpiarse de toda suciedad de la carne y el espíritu. Las regulaciones hechas para asegurar la limpieza en el campamento sugieren la adopción de medios similares para mantener la pureza en la iglesia. Y aunque en grandes comunidades de cristianos puede ser a menudo difícil o delicado hacerlo, la suspensión o, en casos flagrantes de pecado, la excomunión total del infractor de los privilegios y la comunión de la iglesia es un deber imperativo tan necesario para la pureza moral del cristiano, como la exclusión del leproso del campamento lo era para la salud física y la pureza ceremonial en la Iglesia judía.

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