Habla a Aarón y a sus hijos, y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles:

Habla a Aarón... Este pasaje registra la bendición solemne que Dios designó para despedir al pueblo cuando se reunía en las épocas señaladas. La repetición del nombre Señor o Yahvé" tres veces, expresa el gran misterio de la Divinidad: tres personas y, sin embargo, un solo Dios.

Las expresiones de las cláusulas separadas corresponden a los respectivos oficios del Padre, de "bendecirnos y guardarnos"; del Hijo, de ser "bondadoso con nosotros"; y del Espíritu Santo, de "darnos la paz". Y para que la bendición, aunque pronunciada por los labios de un compañero, derivara su virtud, no del sacerdote, sino de Dios, se añadía la alentadora seguridad de que "yo, el Señor, los bendeciré"  (cf. 2 Crónicas 7:14 )

 Los escritores judíos nos dicen que durante esta ceremonia el sumo sacerdote no sólo pronunciaba la bendición tres veces, de acuerdo con la fórmula prescrita, y cada vez con un acento diferente, sino que, al elevar sus manos, extendía los tres dedos centrales de su mano derecha de una manera tan conspicua como para exhibir un emblema sensible de las tres hipóstasis, a las que la triple bendición y la repetición de la palabra Yahvé evidentemente señalaban. (Salmo 67:1) es una paráfrasis de esta bendición.

Se nos informa ('Viajes', del capitán Innys, de Madrás) que los sacerdotes mahometanos usan la misma forma, lo cual es una fuerte circunstancia colateral. Porque como es notorio que Mahoma debió una parte considerable de su conocimiento teológico a las instrucciones privadas de un judío, probablemente aprendió este símbolo de ese judío; y se practicaba con frecuencia en las mezquitas árabes desde el siglo VII ('Repositorio Judío,' ii. (1817), pág. 278).

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