El que da fianza a un extraño, sufrirá por ella; y el que aborrece la fianza, está seguro.

El que es fiador por un extraño sufrirá por ello (en hebreo, 'será quebrantado con quebrantamiento', como vaso de alfarero; o bien, 'será maltratado con maldad').

Y el que aborrece la fianza está seguro. Agrava la locura de la "caución" imprudente (literalmente, "fianzas") cuando es "para un extraño", a quien uno no está obligado por el deber a correr tal riesgo (cf. nota).

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