Sentencia divina está en los labios del rey: su boca no transgrede en juicio.

Una sentencia divina (está) en los labios del rey. Lo que un rey justo y sabio (digno de tan alto nombre y oficio) dice al pronunciar juicio, es sano y veraz, como una sentencia divinamente oracular. Dios le da una especie de sagacidad enseñada por el cielo (ver un ejemplo,, etc.) Este debe ser el objetivo de un rey, ser justo, veraz y firme en el juicio, como si estuviera hablando oracularmente.

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