Casa y riquezas son herencia de los padres, y la mujer prudente es de Jehová.

La casa y las riquezas (son) la herencia de los padres, es decir, deben obtenerse por herencia de ellos. Se encuentran entre los dones indiscriminados de la generosidad de Dios, comunes tanto a los buenos como a los malos.

Pero una esposa prudente (es decir, una de inteligencia piadosa, disposición agradable y sana sabiduría en el manejo de su casa) es del Señor. "Casa y riquezas" también son del Señor, pero indirectamente. Una buena esposa es un don especial e inmediato de Dios; es más raro y menos alcanzable por la mera sagacidad humana. Sólo Dios sabe lo que resultará ser una esposa. Los hombres a menudo se equivocan. Que los padres busquen para sus hijos una esposa piadosa y bondadosa, en lugar de una gran riqueza: ya que de su carácter depende el bienestar del esposo, los hijos y la casa. La oración al Señor es el camino para obtener tal esposa.

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