La pereza hace caer en un sueño profundo; y el alma ociosa padecerá hambre.

La pereza arroja a un sueño profundo. El trabajo moderado agudiza el espíritu; la ociosidad lo embota.

Y un alma ociosa (hebreo, remiss: un alma que pronto remite sus esfuerzos) sufrirá hambre, en justa retribución. Así en las preocupaciones espirituales de uno.

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